El buen juego

Jugar plástico, tranquilo,
confiados de ganar,
fluir de uno a otro,
de repente, en profundidad,
emociones compartidas,
no hay temor a no alcanzar,
una u otra vez será,
sigue, sigue, adelante,
insistir de una y otra forma,
un discurrir elegante,
sin parar hasta el final,
jugando así sí,
con la cabeza alta,
sin euforias vanas,
disfrutanto del camino,
la gloria espera al final.

Pasarela sobre el Ebro


Mirando hacia adelante,
y a favor de corriente,
firme y altiva,
al esfuerzo entregada,
en sus tendones
soporta con gusto,
voluntaria,
el paso entre riberas.

Como un arco,
tensado por el agua,
apuntando a un horizonte
de esperanza.

Pasarela la llaman,
ya que al paso se atraviesa,
al paso del pasajero, del paseante,
aunque alma de puente tiene.

El sobreviviente

Su discurrir por la vida había sido apacible,
querido por unos y criticado por otros
no se había diferenciado mucho del resto.
Tal es así que paso desapercibido entre los demás
ni fue una personalidad ni fue un ser mediocre.
Sin embargo, en algo coincidían los que lo trataron
ninguno conocía sus sentimientos.
Cuando murió y exhaló su último aliento
no varió ni en un gramo su peso
antes de ponerse rígido.
En aquella época, era práctica habitual en los humanos
registrar la variación de peso en la creencia de valorar el alma.
Ante tal situación, decidieron analizar su cuerpo.
Encontraron algo extraño, algo que no habían visto nunca,
y que parecía no haberse desarrollado desde su nacimiento.
No supieron dar una explicación racional pero
todos supusieron que su alma había nacido muerta.

Veritas filia temporis est

Nos sentimos satisfechos con la razón que explica un problema.
Si la razón deja de ser válida, revisamos las premisas y elaboramos otra razón.
En nuestro camino hacia la verdad nos basta con sentirnos razonables.