Sinergia cerebral

A pesar de las reticencias de la plataforma en defensa del individuo, iba a tener lugar el experimento. Desde que se conoció había planteado una gran polémica porque la intimidad e inviolabilidad del pensamiento hasta ahora era una de las pocas cosas que se consideraba irrenunciable en aquella sociedad.

Pero aquellos científicos, dado la difícil situación a la que se estaba enfrentando la humanidad habían decidido arriesgar esos valores individuales en favor del grupo.
Fueron sometidos a entrenamiento de respeto a intimidad o a otros de reducción de envidias. Todos habían rechazado el uso de drogas, ya que aunque podían asegurar estos mismos fines, suponían una merma en la capacidad del grupo y no eran momentos para prescindir de nada ni nadie.
De la cúpula de aquella gran sala colgaba una especie de cordón umbilical que conectaba el cerebro de todos ellos como un racimo de uvas. Había llegado el momento.
Lo que sucedió a continuación fue sorprendente, porque una vez sus pensamientos comenzaron a intercambiarse, zonas del cerebro no usadas (se suponía que sólo el 15% del cerebro estaba activo) empezaron a mostrar actividad.
Cada cerebro reservó una zona para almacenar pensamientos íntimos o personales pero el resto fue sucesivamente poniéndose en común en lo que llegaba a ser un ritmo frenético de ideas, algunos lo definieron como algo místico, como una situación de éxtasis nunca vivida.
A pesar del riesgo que supuso en algunos momentos para las vidas de aquella gente esa actividad mental desbocada, el resultado mereció la pena.

La importancia de lo inmaterial

Al salir de casa repasó mentalmente todas las cosas que necesitaba llevar consigo: llaves de casa, monedero, móvil, guantes, bufanda y el bolso con cosas que aunque no necesites no te molestas en dejar e incluso algunas que no sabes que llevas.

Fue en el bar, al ir a pagar unas cervezas cuando de pronto esa sensación de arropamiento mental que generan esas pocas pertenencias desaparece. ¿Dónde estaba el bolso? Le sigue el desconcierto, la idea del robo, la desnudez de lo material.
Los contactos en el teléfono robado imposibilitan cualquier comunicación remota, sin dinero la distancia a casa o a lo conocido cobra un sentido real, incluso sin identificación dudas por un momento quien eres.

Al cambiar de manos todos esos pequeños símbolos materiales que piensas representan de algún modo tu vida se volatilizan y en manos del ladrón quedan sólo unos pocos euros, que seguramente malgastará.

De repente eres consciente que guardabas contigo y no en el bolso todo lo que necesitas.

El presagio

Aquella tarde sentada en el banco del bosquecillo
escuchaba a los pájaros entre un alboroto poco habitual.
En su cabeza, sus pensamientos daban vueltas entre presagios ...
porque dicen que los animales pueden presentir cuando algo va a pasar.
Hasta su respiración parecía estar algo agitada ....

Al día siguiente se declaró un incendio en su corazón.