De panes y de peces

Era Semana Santa, hacía tiempo que Él ya no estaba entre nosotros.
Se encontraban a la orilla del lago, lanzando sus cañas, a la espera.
Llevaban pan en abundancia, pero hasta el momento sólo un pez.
Nos invitaron a compartir con ellos, pero queríamos subir a ver un castillo unos kilómetros más arriba, así que prometimos regresar más tarde.
Al atardecer, al volver, los encontramos muy animados como si les hubiera sucedido algo increible. Saltaban, se abrazaban, como sumergidos en un éxtasis compartido.
¡Se han multiplicado los peces!





Todo tenía su explicación: