De la mano del genio

Aquella mañana de domingo, se había levantado temprano, dispuesto a presenciar la creación de una obra maestra.
Que era una obra maestra no cabía ninguna duda si consideramos que se trataba de la mejor pintura de aquel genio del siglo XVIII, la novedad era poder ver como aquella obra se llevaba a cabo.
Habían sido años de duro trabajo, de llamar a puertas y recibir incomprensión hasta que conoció a aquel hombre, un mecenas más propio de una época pasada.
Con la ayuda de espectrómetro y la última tecnología de computación había conseguido reproducir la secuencia que se había seguido para pintar el cuadro, las texturas, los colores, el detalle de cada pincelada.
No llegaría a meterse en la piel del creador pero al menos estaría entre el lienzo y el pincel.
A partir de ahí, las posibilidades que se abrían ante sus ojos eran extraordinarias.

No hay comentarios: