Busqueda incompleta

Una vez fue aire, envolvente, voluble, ligero ...
el apego a la tierra le convirtió en agua
y así fluyó sobre ella ...
pero tras refrescala, empaparla, oradarla y arrastrarla
soñando con ser lava se convirtió en piedra.

La perla

Dijo una ostra a otra ostra vecina:
“Siento un gran dolor dentro de mí. Es pesado y redondo y me lastima.”
Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia:
“Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor dentro de mí. Me siento bien e intacta por dentro y por fuera.”
En este momento, un cangrejo que por allí pasaba escuchó a las dos ostras, y dijo a la que estaba bien por dentro y por fuera:
“Sí, te sientes bien e intacta; mas el dolor que soporta tu vecina es una perla se inigualable belleza. ”
.
(microhistoria de Khalil Gibrán)

El drama del desencantado

El drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.



(microhistoria de Gabriel García Márquez)

El señor Henri y su particular forma de ver el mundo

El señor Henri encontró un anillo en la acera.
Ah, dijo el señor Henri, quizá sea de oro.
El señor Henri se guardó enseguida el anillo en el bolsillo y pensó: no es de oro, es de seis mil vasos de absenta ... esa es la moneda de mi país.
Y el señor Henri sonrió. Había encontrado una valiosa rareza.
He aquí el primer anillo líquido de la historia - dijo el señor Henri.

(microhistorias de Gonçalo M. Tavares)

El músico

Era un mago del arpa. En los llanos de Colombia, no había fiesta sin él. Para que la fiesta fuera fiesta, Mesé Figueredo tenía que estar allí, con sus dedos bailanderos que alegraban los aires y alborotaban las piernas.
Una noche, en algún sendero perdido, lo asaltaron los ladrones. Iba Mesé Figueredo camino de una boda, a lomo de mula, en una mula él, en la otra el arpa, cuando unos ladrones se le echaron encima y lo molieron a golpes.
Al día siguiente, alguien lo encontró. Estaba tirado en el camino, un trapo sucio de barro y sangre, más muerto que vivo. Y entonces aquella piltrafa dijo, con un resto de voz:
-Se llevaron las mulas.
-Y se llevaron el arpa.
Y tomó aliento y se rió, echando baba y sangre se rió:
-Pero no se llevaron la música.

(microhistoria de Eduardo Galeano)