Vida en compartimentos

Cierto día conoció lo inevitable de la pérdida y la consiguiente entrada en un túnel axfisiante y oscuro, sin señales que indicaran a cuanta distancia se encontraba el otro lado, y en la que tenía que poner a prueba su instinto y su resistencia.

Ahora se podía decir que disfrutaba de estabilidad, había diseñado una vida en compartimentos estancos urgida por la necesidad de una cierta seguridad dentro de un mundo convulso.
Su objetivo era claro: maximizar su “felicidad”.

Esta no era una construcción que requiriera poco esfuerzo y exenta de problemas, pero el horizonte del peligro activaba los resortes que generaban la energía extra que necesitaba para continuar.

Cuando conseguía crear uno de estos espacios a su gusto, trataba de disfrutarlo al máximo, durante un tiempo vivía en él en cuerpo y alma, aún teniendo un ligero pesar por descuidar el resto.

Lo tenía todo bajo control: A la señal de alarma que sugería la necesidad del cambio, recogía las cosas que quería conservar, salía y cerraba la escotilla, con una medida pena, y al poco tiempo el compartimento comenzaba su invariable inundación.

Pero un día no se sabe porqué, la evacuación no estaba siendo lo rápida que debía (la alarma no sonó ..., los sensores no detectaron ..., en fin, lo que muchas veces se denomina un fallo técnico) y el control del sistema cerró automáticamente la escotilla, y de repente todo se volvió oscuro.

Esta vez se había quedado al otro lado y conocía las consecuencias.Recordó entonces aquella vez que pudo con mucho esfuerzo recorrer aquel túnel axfisiante y oscuro hasta volver a alcanzar la luz.

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