Live music

El día había sido lluvioso y frío como de costumbre aunque este año las nieves no habían llegado aún.
Después de cenar era un buen momento para buscar un sitio donde tomar una cerveza escuchando música.
A través de los cristales se veía luz y unas figuras de lana del belén en la ventana nos recordaba que estábamos en navidad.
Aunque la puerta parecía estar cerrada fueron suficientes unos golpes con los nudillos en el cristal para que esta se abriera.
Una estancia pequeña atestada de gente con una pequeña barra hacia pensar que no habíamos llegado a un pub cualquiera, al frente se abría un pasillo del que llegaban murmullos y algunos acordes de guitarra.
La planta baja había sido una vivienda y aún se podía distinguir la cocina mientras que la parte de arriba estaba reservada para usos más privados. Seguro que nunca estuvo tan llena de vida hasta que la gente se acercó en las largas noches de invierno a pasar un rato hablando, bebiendo y cantando.
Hombres y mujeres de todas las edades se repartían incluso por pasillos y escaleras, había dos salas con piano y algunos tocaban con violín o guitarra y en general participaban espontáneamente.
Los sentidos percibían un ambiente agradable, al cabo de un rato el lugar avivaba el deseo hacer vibrar las cuerdas de una guitarra o que tus dedos se dejaran llevar sobre las teclas de un piano.

Con tan solo cerrar los ojos descubres que hay momentos en los que el pasado y el presente se solapan.

Esto es algo de lo que recuerdo ...

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